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Guías de Viajes de Zaragoza

Zaragoza
Zaragoza

A la ribera del río Ebro

Zaragoza, una ciudad rica en cultura

Zaragoza, una ciudad rica en cultura

Hablar de Zaragoza, capital de Aragón, no sólo implica referirse a la quinta ciudad más poblada de España (ya supera los 700.000 habitantes), o a una majestuosa basílica reflejada en las plácidas aguas del Ebro, y en cuyas entrañas se oculta la venerada imagen de la Virgen del Pilar. Lejos de la frialdad de las cifras o de haber sido durante siglos un importante centro espiritual —según la tradición cristiana, fue allí donde se produjo la primera aparición mariana de la historia—, esta animada urbe es también un polo de atracción turística y cultural de primera magnitud.

 

Y es que, aunque eclipsado por la incontestable belleza del edificio ya mencionado, Zaragoza puede jactarse de un vastísimo legado arquitectónico, producto de más de dos milenios preñados de historia. Aún hoy, recorriendo sus calles de su casco antiguo, las piedras susurran al recién llegado un viaje apasionante que arranca en la prehistoria y en el que romanos, árabes y cristianos han deslizado su impronta.

 

Este fascinante periplo por el pasado de Zaragoza se inicia de la mano de uno de los pueblos íberos que ocupaban la península (los sedetanos), y que tiene continuación en las crónicas de Plinio, quien en el siglo I a.C. se refería a este asentamiento primigenio como Salduei o Saldaba. No obstante, la verdadera eclosión de la ciudad llegaría en el año 23 o 24 a.C. de la mano del emperador Octavio Augusto, quien confió a sus tres mejores legiones (IV Macedónica, VI Victrix y X Gémina) la fundación de una nueva provincia romana o conventus que sería bautizada como Caesaragusta. En el 452 d.C., y tras décadas de gran agitación social y política, el lugar cayó en manos de los suevos y, poco después, de los visigodos, quienes lo anexionaron al reino de Tolosa en el 466. Ocupada por Muza ibn Nusayr en el 714, fue denominada por los musulmanes como Sarakusta Albaida (o lo que es lo mismo: "la Blanca"). Tras convertirse en la capital de un reino de taifas en 1031, Alfonso I el Batallador la anexionó al reino de Aragón en 1118, convirtiéndola en la capital del mismo en 1136. Después de alcanzar una innegable pujanza durante el medioevo —que se prolongó a comienzos de la Edad Moderna, como evidencian algunos edificios renacentistas de impecable factura—, cayó en declive. En 1706, Felipe V la incluyó en el decreto de Nueva Planta y abolió sus fueros, que se recuperaron rápidamente en 1710. Consagrada como símbolo de la resistencia contra los franceses durante la guerra de la Independencia —en 1808 y 1809 fue escenario de heroicos episodios—, Zaragoza estaba llamada a albergar también parte del legado pictórico de uno de los pintores aragoneses y españoles más universales: Francisco de Goya. Ya en épocas recientes, la Exposición Internacional del 2008, dedicada al agua, certificó la capacidad de la ciudad para proyectarse más allá de las propias fronteras.

 

A la hora de apuntar sus condiciones climáticas, su ubicación en la depresión del Ebro trae consigo un clima continental semidesértico, marcado por un índice de lluvias más bien escaso (las precipitaciones suelen concentrarse en la primavera). Sus temperaturas pueden alcanzar valores extremos: muy fríos durante el invierno y extremadamente calurosos en verano. Asimismo, durante la temporada invernal y los primeros compases de la primavera, el cierzo sopla con frecuencia en la provincia.

 

Su poder de atracción como centro turístico, así como su condición de cuarta ciudad española por lo que se refiere a su actividad económica, explica por qué sus infraestructuras de transportes hacen tan sencillo viajar a Zaragoza. De hecho, su estratégica situación a medio camino entre Barcelona y Madrid (le separan unos 300 km de ambas) motiva que muchas líneas de autocar conecten la capital aragonesa con un gran número de ciudades españolas y europeas. Éstos llegan a la Estación Central de Autobuses, ubicada en el número 80 de la avenida de Navarra.

 

Sin embargo, si el viajero opta por el vehículo privado, podrá acceder fácilmente a Zaragoza desde Barcelona, Madrid, Bilbao, Huesca, Teruel o Valencia mediante autovías y autopistas. Asimismo, resiguiendo la llamada autovía Mudéjar (A-23), se llega hasta las proximidades de Francia.

 

En cuanto al tren, Zaragoza cuenta desde el 2003 con la línea de alta velocidad (AVE) Madrid-Zaragoza-Lleida, que comunica la ciudad con la capital de España en apenas una hora y media. En el 2008, entró en funcionamiento la extensión hasta Barcelona y, además, se puso en marcha el primer servicio de cercanías de la provincia.

 

En cualquier caso, si se desea reservar vuelos a Zaragoza, no hay que olvidar que la ciudad también dispone de aeropuerto. Éste se amplió con una nueva terminal en el 2008, con motivo de la Exposición Internacional. En la actualidad, operan cuatro aerolíneas (dos nacionales y dos extranjeras), que conectan permanentemente con nueve destinos internacionales (Londres, París, Bruselas, Dusseldorf, Milán, Bolonia, Roma, Cluj-Napoca y Bucarest) y seis nacionales (Alicante, Palma de Mallorca, Santiago de Compostela, Sevilla, Tenerife y Lanzarote). En verano, también se operan vuelos regulares a Menorca, Gran Canaria, Fuerteventura, Ibiza y Menorca.

 

Finalmente, a la hora de buscar hoteles en Zaragoza, el viajero no tendrá ningún problema, dado que la ciudad cuenta con un extenso abanico de hoteles, pensiones, hostales y apartamentos adaptados a todos los presupuestos. Sin ir más lejos, es posible disfrutar de una noche de hotel a partir de poco más de 20 euros, aproximadamente.

 

Por todas estas facilidades, unidas a sus incontables tesoros arquitectónicos y su atractiva gastronomía (con los vinos de la provincia a la cabeza), la capital aragonesa se convierte en un destino obligado para quien quiera disfrutar de una completísima oferta cultural y de ocio junto a la impresionante estampa del Ebro.

Lugares de interés en Zaragoza: mucho más que la Virgen del Pilar

Lugares de interés en Zaragoza: mucho más que la Virgen del Pilar

A continuación, se detallan los lugares de visita indispensables para todos aquellos que se acerquen hasta la capital aragonesa.

 

  •   La Aljafería

 

Esta fortaleza, que hoy alberga las Cortes de Aragón, es un importante edificio musulmán del siglo XI. Erigido como residencia de los emires de Córdoba, fue ocupado posteriormente por los Beni-Hud, reyes del taifa de Zaragoza, quienes lo ampliaron y embellecieron con la colaboración de prestigiosos alarifes. Más adelante, el palacio fue reconstruido por los monarcas aragoneses (en el siglo XIV) y los Reyes Católicos (siglo XV), quienes lo dataron de soberbias estancias. Entre las más llamativas, cabe destacar, en la planta baja, un musallah u oratorio islámico, así como la escalinata gótica que conduce al salón del trono. Éste, situada en el primer piso, cuenta con un techo que exhibe un magnífico artesonado mudéjar. El edificio, que también funcionó como cárcel en tiempos de la Inquisición, también comprende un hermoso patio, un atractivo jardín y una antigua mezquita. En el 2001, la Aljafería fue incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad.

 

  •   Antigua Facultad de Medicina

 

Esta construcción de 1887 lleva la rúbrica de Ricardo Magdalena. No hay que perderse sus detalles platerescos.

 

  •   Basílica de Nuestra Señora del Pilar

 

Considerado como el primer templo mariano de la cristiandad, fue erigido en el siglo XVII sobre una antigua iglesia gótica (que a su vez se había alzado sobre un templo románico). Según reza la leyenda, fue aquí donde la Virgen se le apareció al apóstol Santiago. Aunque la basílica fue proyectada originariamente por Herrera, el arquitecto Ventura y Rodríguez la reformó añadiéndole once cúpulas con azulejos, algunas de las cuales fueron decoradas por Goya. La planta basilical cuenta con tres naves y un coro con sillería plateresca. Entre los tesoros que alberga su interior destacan el altar mayor, con un retablo de alabastro de factura gótico-renacentista y firmado por Damián Forment. Y por supuesto, no hay que perderse la capilla de la Virgen, con la imagen gótica tallada en madera de Nuestra Señora del Pilar. En el Museo Pilarista, se conservan algunas de las vestimentas de esta venerada talla.

 

  •   Cartuja de Aula Dei

 

Situada a 14 km de Zaragoza y fundada en 1563 por Hernando de Aragón (nieto de los Reyes Católicos y arzobispo de la ciudad), es obra del arquitecto Martín de Miteza. El lugar, ocupado por una orden de clausura y decorado con frescos realizados por Francisco de Goya, fue declarado Monumento de Interés Nacional en 1983.

 

  • Casa y Arco del Deán

 

Emplazados junto a la Seo, constituyen uno de los símbolos de Zaragoza por antonomasia. Su origen se remonta a 1293, momento en que el edificio fue construido para albergar la residencia del deán o prior. Entre 1585 y 1587, fue reformado en profundidad y dotado de elementos mudéjares y platerescos. Ya en 1951, se acometió una profunda reforma que culminó en 1958.

 

  • Iglesia de la Magdalena

 

Es el máximo exponente del mudéjar aragonés en Zaragoza. El edificio posee una sola nave con capillas entre sus contrafuertes, una bóveda de crecería y una cabecera poligonal con ventanas ojivales. En cualquier caso, el elemento más vistoso del edificio es su esbelto campanario, fechado en el siglo XIV.

 

  •   Iglesia de San Pablo

 

Conocida popularmente como la tercera catedral, se trata de un edificio gótico-mudéjar construido entre finales del siglo XIII y la primera mitad del XIV. Entre los siglos XV y XVI, se amplió para dar respuesta al crecimiento de la población. Esta construcción cuenta con un imponente campanario de planta octogonal y un retablo mayor realizado por Damián Forment. La iglesia es Patrimonio de la Humanidad desde el 2001.

 

  •   La Lonja

 

Este edificio de estilo gótico-plateresco fue erigido en 1541 por Juan de Sariñena y decorado por Gil de Morlanes. Su majestuosidad ilustra admirablemente la importancia que adquirió el comercio aragonés en el siglo XVI.

 

  •   Mercado de Lanuza (o Mercado Central)

 

Construido sobre una estructura de hierro, constituye un magnífico ejemplo de la arquitectura modernista en Aragón. Diseñado en 1895 por Félix Navarro, fue inaugurado en 1903.

 

  •   Muralla romana

 

Erigida entre los siglos I y III d.C., llegó a tener una extensión de 3 km, aunque actualmente sólo se conservan unos pocos vestigios. De hecho, únicamente restan en pie dos tramos de 10 m de altura, situados respectivamente al noreste y al noroeste de Zaragoza.

 

  •   Museo Camón Aznar

 

Esta institución, que abre sus puertas en un edificio construido en 1530 por orden del comerciante Jerónimo Cosida, reúne una notable colección de arte. La primera planta está dedicada a trabajos pictóricos y escultóricos que vieron la luz entre los siglos XV y XVIII. La segunda gira en torno a la obra de Goya, mientras que la tercera alberga diversas manifestaciones artísticas de los siglos XIX y XX. El museo se halla en la calle de Espoz y Mina, 23.

 

  •   Museo del Foro (Forum Coloniae)

 

El foro, sito en el número 2 de la plaza de la Seo, fue el principal centro político y religioso de la ciudad. En uno de los laterales, se elevaba una zona porticada con comercios y tabernas (tabernae) de dos pisos que aún hoy conservan parte de su cimentación. En el museo se muestra una reconstrucción a escala de este mercado durante el mandato de Octavio Augusto, un tramo de alcantarillado —construido en tiempos de Tiberio— y cañerías de la época, recuperadas en los años ochenta del pasado siglo. Además, también se pueden contemplar objetos de la vida cotidiana, como vasijas, cucharas o juguetes de arcilla.

 

  •   Museo de las Termas

 

Muy cerca de la plaza de San Pedro Nolasco (C/ de San Juan y San Pedro, 3-7), se localizan estas termas romanas, que estuvieron en funcionamiento entre los siglos I a.C. y IV d.C. El recinto cuenta con vestuarios, hornacinas para guardar la ropa, espacios para hacer ejercicio y salas con piscinas a diversas temperaturas (con el agua caliente, tibia y fría). En el correspondiente museo, se distinguen vestigios unas letrinas y de un tramo de pavimentación, ambos del siglo I a.C., sin olvidar una piscina de agua fría (natatio), porticada y al aire libre. También pueden contemplarse enseres utilizados por los clientes de los baños, tales como zapatillas, pasadores, esponjas y toallas.

 

  •   Museo de Zaragoza

 

Situado en el número 6 de la plaza de los Sitios, conserva una notable colección de monedas romanas y esculturas, así como mosaicos procedentes de algunas villas patricias. Algunos de ellos, datados en torno al siglo IV d.C., muestran motivos cristianos.

 

  • Palacio de Argillo

 

Levantado en el siglo XVII, este edificio sólo conserva de su estructura original su fachada y el patio. En la actualidad, acoge el Museo Pablo Gargallo, en el que se puede descubrir parte del legado del irrepetible escultor aragonés (C/ San Felipe, 3).

 

  • Puerta del Carmen

 

Construida en el siglo XVIII por Agustín Sanz, correspondía al segundo recinto amurallado de Zaragoza.

 

  •   Puerto fluvial romano

 

Sus restos se pueden ver en el número 8 de la plaza de San Bruno. Aún se distiguen los vestigios de un embarcadero construido en la orilla septentrional del Ebro, destinado a distribuir productos procedentes de Vareia (la actual Logroño) y Dertosa (Tortosa). Además, el centro también cuenta con una maqueta que recrea unos almacenes del ecuador del siglo I d.C., los cuales servían para salvar el desnivel geográfico entre el puerto y el foro. Asimismo, el visitante podrá observar ánforas utilizadas en el transporte de las mercancías, así como algunos sillares que aún exhiben las marcas de cantería que dejaron las legiones fundadoras de Caesaraugusta.

 

  •   La Seo del Salvador

 

La catedral zaragozana tiene su génesis en la época visigótica, aunque durante la dominación musulmana fue reconvertida en mezquita. Tras la reconquista, fue objeto de nuevas reformas que dieron cabida a diversos estilos arquitectónicos, desde el románico hasta el churrigueresco. El interior del edificio cuenta con valiosas piezas firmadas por artistas de la talla de Pere Joan, Juan de Suavia o Gil de Morlanes el Viejo, quienes participaron en la realización del altar mayor. A su vez, no hay que perderse la soberbia cúpula mudéjar que corona la Parroquieta, la torre octogonal o las tumbas renacentistas de Fernando de Aragón y de su madre. Por su parte, su Museo de Tapices, que abre sus puertas en la parte alta de la Seo, alberga una hermosa colección de tapices flamencos y franceses de entre los siglos XIV y XVII. En el 2001, la UNESCO incorporó la Seo a la lista del Patrimonio de la Humanidad.

 

  •   Teatro romano

 

Sito en el número 12 de la calle de San Jorge, fue descubierto en otoño de 1972 durante el derribo de un edificio. Construido en el primer tercio del siglo I d.C., coincidiendo con el mandato de Tiberio, el recinto fue expoliado en la segunda mitad del siglo III con el propósito de alzar una nueva muralla. Durante la ocupación musulmana, el lugar fue utilizado para la creación de viviendas, mientras que en el siglo XVI pasó a acoger algunas residencias señoriales. De su estructura primigenia, aún se distinguen las gradas (cavea), la separación entre éstas (praecintio), la orchestra —reservada a los altos dignatarios y magistrados romanos— y el escenario o pulpitum. Se estima que tenía una capacidad para 6.000 espectadores. Hoy, el teatro forma parte de un museo inaugurado en el 2003.

 

  •   Torreón de la Zuda

 

Se trata de un vestigio de la residencia que en el siglo X d.C. tenían en Zaragoza los valíes o gobernadores musulmanes.

Comer en Zaragoza: el triunfo de lo genuino

Comer en Zaragoza: el triunfo de lo genuino

Si por algo se caracterizan los fogones aragoneses es por una cocina sencilla y sin pretensiones, que ha recibido influencias de áreas como Navarra o La Rioja.

 

Concretamente, y en un terreno mucho más pragmático, Zaragoza es conocida sobre todo por el popular chilindrón, una salsa a base de tomate y pimiento que suele acompañar carnes como la de pollo. Asimismo, la capital maña también cuenta con otros buques insignia, como los huevos al samorrejo (que no salmorejo) o el bacalao al ajoarriero, una fórmula también muy apreciada por los navarros.Si por algo se caracterizan los fogones aragoneses es por una cocina sencilla y sin pretensiones, que ha recibido influencias de áreas como Navarra o La Rioja. Si por algo se caracterizan los fogones aragoneses es por una cocina sencilla y sin pretensiones, que ha recibido influencias de áreas como Navarra o La Rioja.

 

 

En cualquier caso, la cocina zaragozana también se caracteriza por su innegable apego a la carne de cordero. Ésta admite múltiples formas de preparación, ya sea en forma de caldereta o bien recurriendo a la deliciosa menestra de cordero a la pastora, preparada en cazuela de barro. No obstante, el recetario local también hace un hueco a otros tipos de carne, como refleja el ternasco al horno. En el caso del cerdo, no hay que perder de vista las ricas magras de jamón con tomate, el lomo de cerdo a la zaragozana (rebozado con harina y guisado en una cazuela a fuego fuerte) o la inconfundible morcilla de Aragón.

 

A la hora del postre, el muestrario no es menos generoso: en efecto, el visitante tendrá la opción de disfrutar de las tartas de Daroca, los bizcochos de Calatayud (o Alhama de Aragón), las frutas de Aragón (confitadas y envueltas en chocolate), los melocotones al vino, las tripas de monja, los roscos de Vástago y Nonaspe, las yemas de Sábada y los crespillos o la hoja del cogollo de la borraja —sí, sí, es una verdura— rebozada y recubierta de azúcar. Y por supuesto, sería imposible no referirse a los célebres adoquines. Esto es, caramelos rectangulares de gran tamaño que llevan como envoltorio la imagen de la Pilarica.

 

Por lo que atañe a los vinos, Zaragoza es una de las principales provincia vinícolas de España. A pesar de que sus caldos carecen del reconocimiento del que gozan los de otras zonas de España, lo cierto es que se trata de unos vinos muy digestivos. Buena muestra de ello son los de Cariñena. En el caso de los tintos, éstos deben criar por lo menos dos años y pasar un mínimo de seis meses en barricas de roble. Son perfectos para acompañar carnes rojas y de caza, así como asados. Los rosados brindan un buen maridaje con el arroz y la pasta, mientras que los blancos (o pajarillas) combinan bien con pescados en salsa y los platos a base de verdura. Finalmente, los rancios y dulces son muy indicados para los postres.

 

Por otro lado, los vinos Campo de Borja —criados en envases de roble durante un período mínimo de dos años— son ligeros, jóvenes y de graduación moderada. Los tintos son la opción ideal para degustar quesos curados y platos de carne consistentes. A su vez, los rosados van bien con las carnes más ligeras y los pescados azules con salsa. Finalmente, los vinos de Valdejalón y Calataluyd son de menor graduación, frescos y afrutados, aunque no pueden competir con los anteriores ni en sabor ni en prestigio.

 

Concretamente, y en un terreno mucho más pragmático, Zaragoza es conocida sobre todo por el popular chilindrón, una salsa a base de tomate y pimiento que suele acompañar carnes como la de pollo. Asimismo, la capital maña también cuenta con otros buques insignia, como los huevos al samorrejo (que no salmorejo) o el bacalao al ajoarriero, una fórmula también muy apreciada por los navarros.

 

En cualquier caso, la cocina zaragozana también se caracteriza por su innegable apego a la carne de cordero. Ésta admite múltiples formas de preparación, ya sea en forma de caldereta o bien recurriendo a la deliciosa menestra de cordero a la pastora, preparada en cazuela de barro. No obstante, el recetario local también hace un hueco a otros tipos de carne, como refleja el ternasco al horno. En el caso del cerdo, no hay que perder de vista las ricas magras de jamón con tomate, el lomo de cerdo a la zaragozana (rebozado con harina y guisado en una cazuela a fuego fuerte) o la inconfundible morcilla de Aragón.

 

A la hora del postre, el muestrario no es menos generoso: en efecto, el visitante tendrá la opción de disfrutar de las tartas de Daroca, los bizcochos de Calatayud (o Alhama de Aragón), las frutas de Aragón (confitadas y envueltas en chocolate), los melocotones al vino, las tripas de monja, los roscos de Vástago y Nonaspe, las yemas de Sábada y los crespillos o la hoja del cogollo de la borraja —sí, sí, es una verdura— rebozada y recubierta de azúcar. Y por supuesto, sería imposible no referirse a los célebres adoquines. Esto es, caramelos rectangulares de gran tamaño que llevan como envoltorio la imagen de la Pilarica.

 

Por lo que atañe a los vinos, Zaragoza es una de las principales provincia vinícolas de España. A pesar de que sus caldos carecen del reconocimiento del que gozan los de otras zonas de España, lo cierto es que se trata de unos vinos muy digestivos. Buena muestra de ello son los de Cariñena. En el caso de los tintos, éstos deben criar por lo menos dos años y pasar un mínimo de seis meses en barricas de roble. Son perfectos para acompañar carnes rojas y de caza, así como asados. Los rosados brindan un buen maridaje con el arroz y la pasta, mientras que los blancos (o pajarillas) combinan bien con pescados en salsa y los platos a base de verdura. Finalmente, los rancios y dulces son muy indicados para los postres.

 

Por otro lado, los vinos Campo de Borja —criados en envases de roble durante un período mínimo de dos años— son ligeros, jóvenes y de graduación moderada. Los tintos son la opción ideal para degustar quesos curados y platos de carne consistentes. A su vez, los rosados van bien con las carnes más ligeras y los pescados azules con salsa. Finalmente, los vinos de Valdejalón y Calataluyd son de menor graduación, frescos y afrutados, aunque no pueden competir con los anteriores ni en sabor ni en prestigio.

 

En cualquier caso, la cocina zaragozana también se caracteriza por su innegable apego a la carne de cordero. Ésta admite múltiples formas de preparación, ya sea en forma de caldereta o bien recurriendo a la deliciosa menestra de cordero a la pastora, preparada en cazuela de barro. No obstante, el recetario local también hace un hueco a otros tipos de carne, como refleja el ternasco al horno. En el caso del cerdo, no hay que perder de vista las ricas magras de jamón con tomate, el lomo de cerdo a la zaragozana (rebozado con harina y guisado en una cazuela a fuego fuerte) o la inconfundible morcilla de Aragón.<

 

A la hora del postre, el muestrario no es menos generoso: en efecto, el visitante tendrá la opción de disfrutar de las tartas de Daroca, los bizcochos de Calatayud (o Alhama de Aragón), las frutas de Aragón (confitadas y envueltas en chocolate), los melocotones al vino, las tripas de monja, los roscos de Vástago y Nonaspe, las yemas de Sábada y los crespillos o la hoja del cogollo de la borraja —sí, sí, es una verdura— rebozada y recubierta de azúcar. Y por supuesto, sería imposible no referirse a los célebres adoquines. Esto es, caramelos rectangulares de gran tamaño que llevan como envoltorio la imagen de la Pilarica.

 

Por lo que atañe a los vinos, Zaragoza es una de las principales provincia vinícolas de España. A pesar de que sus caldos carecen del reconocimiento del que gozan los de otras zonas de España, lo cierto es que se trata de unos vinos muy digestivos. Buena muestra de ello son los de Cariñena. En el caso de los tintos, éstos deben criar por lo menos dos años y pasar un mínimo de seis meses en barricas de roble. Son perfectos para acompañar carnes rojas y de caza, así como asados. Los rosados brindan un buen maridaje con el arroz y la pasta, mientras que los blancos (o pajarillas) combinan bien con pescados en salsa y los platos a base de verdura. Finalmente, los rancios y dulces son muy indicados para los postres.

 

Por otro lado, los vinos Campo de Borja —criados en envases de roble durante un período mínimo de dos años— son ligeros, jóvenes y de graduación moderada. Los tintos son la opción ideal para degustar quesos curados y platos de carne consistentes. A su vez, los rosados van bien con las carnes más ligeras y los pescados azules con salsa. Finalmente, los vinos de Valdejalón y Calataluyd son de menor graduación, frescos y afrutados, aunque no pueden competir con los anteriores ni en sabor ni en prestigio.

Festivales tradicionales y eventos en Zaragoza

Festivales tradicionales y eventos en Zaragoza

Tras conocer los principales reclamos arquitectónicos y gastronómicos, vale la pena conocer la capital aragonesa desde una perspectiva más lúdica.

 

  • Año Nuevo

 

El 1 de enero.

 

  • Día de Reyes

 

El 6 de enero. El día antes, la ciudad recibe a los Magos de Oriente, albergando coloristas cabalgatas.

 

  •   San Valero

 

Cada 29 de enero, Zaragoza se vuelca en las fiestas en honor de su patrón. Entre las tradiciones asociadas a este festejo, se cuenta la repartir un roscón gigante entre quienes se dan cita en la plaza del Pilar. Asimismo, el Ayuntamiento lleva a cabo una jornada de puertas abiertas.

 

  •   Carnavales

 

Esta celebración tiene lugar entre la tercera semana de febrero y la segunda de marzo (las fechas exactas están sujetas al calendario lunar). En el caso de la capital aragonesa, uno de los días clave de esta festividad es el llamado Jueves Lardero, en el que tiene lugar el tradicional reparto de longaniza, en un claro guiño a las antiguas comilonas campestres que inauguraban los Carnavales. No hay que perderse la tarde del sábado, momento en el que las calles se llenan de desfiles secundados por comparsas. Del mismo modo, el programa de fiestas también da cabida a un importante carnaval pensado para los más pequeños.

 

  •   Cincomarzada

 

Sin duda, se trata de una de las celebraciones más populares de la ciudad. En ella, se recuerda el episodio acaecido el 5 de marzo de 1838, cuando los zaragozanos repelieron la invasión de la ciudad por parte de los ejércitos carlistas. Para conmemorar esta efeméride, se llevan a cabo diversas actividades lúdicas y culturales organizadas por colectivos vecinales. Uno de los escenarios que acogen estas propuestas es el parque del Agua Luis Buñuel.

 

  •   Semana Santa

 

Entre la segunda quincena de marzo y las primeras cuatro semanas de abril, dependiendo del calendario lunar. La presencia en Zaragoza de tradiciones asociadas a esta festividad están documentadas desde hace siete siglos. Declarada de Interés Turístico Nacional, esta cita brinda nueve días cargados de procesiones y fervor religioso.

 

  •   Día de Aragón

 

Además de ser el Día Internacional del Libro, el 23 de abril coincide con el día grande de esta comunidad autónoma. Además de la jornada de puertas abiertas que organizan las instituciones —y que permite realizar visitas guiadas gratuitas al edificio Pignatelli, el palacio de los Armijo o la Aljafería—, la ciudad despliega una gran oferta de conciertos, verbenas y actuaciones al aire libre.

 

  •   San Juan

 

En el tránsito del 23 al 24 de junio, las calles de Zaragoza se inundan de verbenas y hogueras para celebrar la noche más corta del año. Uno de los escenarios más concurridos y animados en esta fecha son el barrio de Oliver y el parque de las Delicias.

 

  • Nuestra Señora de la Asunción

 

El 15 de agosto es un festivo de ámbito nacional.

 

  •   Fiestas del Pilar

 

Sin duda, los festejos ligados al 12 de octubre constituyen el evento más esperado y multitudinario del calendario. Además de las manifestaciones religiosas y ofrendas en honor a la Virgen del Pilar, patrona de España, quienes visiten la ciudad los días 12 y 13 podrán disfrutar de numerosas propuestas de ocio. Entre ellas, destacan los espectáculos pirotécnicos que se llevan a cabo, y muy especialmente el que se desarrolla en el parque de Macanaz (a orillas del Ebro), con el que los organizadores ponen punto y final a las celebraciones. Y por supuesto, no hay que perder de vista los espectáculos nocturnos que inundan el centro de la ciudad, y que comprenden espectáculos de agua, sonido, humor, música y artes escénicas. Del mismo modo, hay que prestar una especial atención a la Feria General o a las muestras de artesanía, en las que se exhibe un amplio abanico de productos típicos locales. Las fiestas del Pilar han sido declaradas de Interés Turístico Nacional.

 

  • Día de Todos los Santos

 

El 1 de noviembre. Por lo que se refiere a la víspera, las fiestas de Halloween se han generalizado en los últimos años.

 

  • Fiestas navideñas

 

Desde el puente de la Constitución y días antes del 25 de diciembre, las calles de la ciudad se engalanan para vivir intensamente estas fechas tan señaladas. Prueba de ello es el magnífico belén de 2.000 m2 que ocupa la plaza del Pilar.

 

  •   Nochevieja

 

La noche del 31 de diciembre, las inmediaciones de la Casa Consistorial dan cabida a centenares de ciudadanos que acuden hasta allí para tomar las uvas al son de las doce campanadas y dar la bienvenida al nuevo año.

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